Diseño del blog y montaje de imágenes/ fotografias y videos : Mar Buelga. Textos: Olga María Ramos y colaborador@s

domingo, 14 de abril de 2013

Crónicas desde el cielo: “El último paseo”

Queridos amigos, le he pedido a Mar Buelga que hoy incluya su crónica desde el cielo dedicado a Sara Montiel. Estoy segura que os gustará leerla. Ella suele dedicar estas crónicas a las personas que le dejaron huella (en el lateral de este blog, podréis leer otras crónicas en el blog que lleva ese nombre) http://crónicasdesdeelcielo.blogspot.com
He aquí lo escrito con tanta sensibilidad...




Anteayer se nos fue Sara Montiel. Se ha dicho tanto de ella...
Curiosamente hoy en el tren me surgió esta crónica, o ,¿debería llamarla Mini-crónica desde el cielo?, nunca una crónica me había salido tan rápida y tan corta...
Será porque Sara era de por si, mucha Sara. Espero que allá donde esté le guste... y sino... que me lo perdone.

Caminaba lentamente por las calles, recordando cada uno de los minutos pasados en aquellos paisajes.
¿Recordando?, al menos eso pensaba. Todo le parecía tan conocido, tan paseado,tan real…
Sin embargo, todo estaba desconocido a la vez…
Era a al vez una gran ciudad y un pequeño pueblo con campos de labor y viejos molinos de viento coronados con altísimos rascacielos. Se sentía cual Quijote luchando con gigantes desconocidos que a la vez tenían un extraño efecto magnético que la atraía, pero de los que se quería apartar.
Parecía un nuevo reto y a ella le encantaban los retos.
Todos aquellos extraños y a la vez conocidos parajes, estaban rodeados de maravillosas y algodonosas nubes…
¡Y todo brillaba tanto… ¡
Se sentía tan bien, tan joven, tan guapa, tan… tan contenta.
Realmente hacia mucho, mucho que no se sentía así.
Notó como sus pies descalzos pisaban la tierna recién trillada de la era. Y como a la vez la inundaba un magnífico aroma a perfume de violetas digno de una diosa o simplemente de una campesina.
Nunca, ni el éxito, ni las joyas, ni tan siquiera el más dulce de los besos la habían hecho sentirse así.
Siguió caminando y el final del camino todo comenzó a tornarse multicolor y el aire, como por encanto, era cada vez más suave y reconfortante y así se poco apoco comenzó a sumergirse en un relajante y tranquilizante sueño.
Poco a poco comenzó a escuchar una voz suave, melodiosa que le susurraba al oído:
“Descansa, Antonia, hija mía, estarás cansada de tan largo viaje. Al fin estamos juntas de nuevo… duerme tranquila…
¡Mañana será otra vida!




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