Diseño del blog y montaje de imágenes/ fotografias y videos : Mar Buelga. Textos: Olga María Ramos y colaborador@s

jueves, 21 de marzo de 2013

EL SUEÑO DEL CUPLÉ

Olga María Ramos, mantiene vivo El sueño del cuplé

Una nueva colaboración nos llega desde México y, ¡¡¡¡tan bonita!!!!, gracias a nuestra colaboradora LFB, iniciales de nuestra querida amiga, Lourdes Franco Bagnouls  que en su modestia prefiere que su nombre no figure, aunque en esta ocasión y como veréis al final de esta nueva entrada ,creemos que su identidad debe conocerse, por ser la autora de estas
maravillas...
!!!!Gracias, amiga¡¡¡

La literatura española de los Siglos de Oro es rica en ejemplos de “Viajes” interiores realizados al cobijo del Sueño y de la Noche, de búsquedas ontológicas en pos de una explicación plausible del alma y sus misterios y de la insondable naturaleza de Dios.
San Juan de La Cruz


Los grandes místicos españoles como San Juan de la Cruz marcan la pauta de estos escapes del alma: así prorrumpe el santo en una de sus experiencias místicas:
“Tras de un amoroso lance, /y no de esperanzas falto, / volé tan alto, tan alto, que le di a la caza alcance”. 

También la literatura novohispana recoge la misma preocupación y la plasma en versos tan excelsos como los de Sor Juana Inés de la Cruz, la monja mexicana que supo transformar la tradición peninsular arraigándola en tierra americana.


Sor Juana Inés de la Cruz (Pintura de Miguel Cabrera)


Es proverbial la importancia de su “Primero Sueño”: “El viento sosegado, el can dormido” dice la monja “y los dormidos, siempre mudos, peces,/ en los lechos lamosos/ de sus obscuros senos cavernosos/ mudos eran dos veces” para referirse a la Noche y, en ella, la posibilidad mágica del Sueño y del Viaje interior. El Romanticismo tuvo al Sueño como uno de sus principales aliados poéticos.

Friedrich Hölderlin
Hölderlin cantaba así a la Noche: “Nace y tiembla la brisa en las hojas más leves del boscaje./ ¡Mírala! Y el fantasma de nuestro universo, la luna,/ misteriosamente aparece. Y ya viene la Noche, la Ferviente,/engalanada de estrellas, indiferente a nuestra vida;/la dadora de prodigios, la extranjera entre los hombres/se levanta de aquellas cumbres, y en su Fausto melancólico brilla.” 


Bernardo Ortiz de Montellano
 El poeta mexicano del siglo XX, Bernardo Ortiz de Montellano plasmó así su idea del Sueño y del Viaje interior: “Cuando todos los ruidos y las voces/ apagan su color en los rincones/ y en ceniza se nublan los esmaltes/ de los claveles encendidos dobles. […] En la tiniebla fascinada veo/lo que mis ojos a la luz le niegan/y a la vida devuelve su oro negro.” 


El largo preámbulo sirva de justificación para este ensayo poético que es un humilde homenaje a las dos almas que dan vida a este blog haciendo posible el reencuentro maravilloso del tiempo pasado con nuestro presente, e introduciéndonos, con amorosa devoción, sacrificio y entrega, al mágico mundo del cuplé y la revista. Olga… Mar… las dos conocen mi cariño irrestricto.
 
                         
                                                                    Los dibucuplés de Mar Buelga, otra manera de mantener El sueño del cuplé...


EL SUEÑO DEL CUPLÉ 

El cielo muda la túnica naranja 
por el negro ropón de lentejuelas, 
cesa el mundo sus voces disonantes, 
cede el cuerpo su voluntad a las estrellas. 

El alma entonces, liberta, y ya sin frenos,
 alegre emprende su arriesgado vuelo,
compite en arabescos con el aire, 
e ingrávida se eleva al firmamento. 

Imágenes y formas y colores
 se atropellan con indómita pujanza 
a la caza de un lugar en el discurso 
donde el Sueño corone la esperanza. 

En el espacio sideral alado 
cabalgando en las notas de un cuplé, 
desfilan en tropel alucinado: 
el idilio de una mora y un soldado 
encarnado en el llanto de un bebé. 

Las noches de París bajo sus puentes 
—ardientes lengüetazos del río Sena— 
y el tiempo de un reloj enamorado 
que llora cada hora por su pena. 

El destino prendido de unas astas 
—Vértigo arena, sangre, y duelo— 
cotillas venenosas, medias finas
y muñecos que ruedan por el suelo. 

En el aire impregnado de violetas, 
la muerte se agazapa tras un beso 
y en el salón de fiestas refulgente, 
Las notas de un fox-trot arman revuelo. 

El sol se despereza lentamente 
al escuchar los trinos de las aves
 mientras la noche, cayéndose de sueño, 
Entorna los postigos… y se duerme. 

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